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La escritora Cristina Bajo


Cristina Bajo tiene 80 jóvenes años y esto está lejos de ser una frase armada, ya que ella es una de las personas más jóvenes y vitales que conozco. Es de la ciudad de Córdoba pero añora y rememora sus días de infancia en Cabana - Unquillo, con su familia de padres muy afectos a la cultura, sus queridos hermanos varones con quienes hizo travesuras en las sierras que, creo, le dieron ese don de poder entender tan bien el ser masculino y su hermana mujer con quien está afectuosamente unida hasta en sus visitas, tés y charlas de estos días.

Se casó, tuvo hijos y nietos, cultivó muchísimos amigos, y una constelación de seguidores; también fue maestra rural, tuvo varios negocios, vendió libros… pero siempre fue escritora, aunque comenzó a publicar sus obras a los 58 años cuando un editor, amigo, hijo postizo, consultor, etcétera le insistió en editar COMO VIVIDO CIEN VECES.

Reconociéndolo como bueno, el público de muchos países e idiomas amó su primer libro y buscó ansioso todos los que le siguieron. Esto lleva a reimpresiones continuas, excelentes críticas y hermosas notas periodísticas. Es que ella, con su forma de ser, provoca admiración y cariño inmediatos.

Me siento afectuosamente unida a Cristina Bajo desde el primer libro suyo que llegó a mis manos: SIERVA DE DIOS, AMA DE LA MUERTE (luego editada como EL JARDÍN DE LOS VENENOS, protagonista Sebastiana de Zuñiga) con el que me transportó a las calles de mi Córdoba colonial, enseñándome minuciosamente a su gente… toda su gente: gobernantes, esclavos, de sociedad, humildes, religiosos, milicianos, indios, gauchos, terratenientes, hombres, mujeres, niños, traidores, devotos, libertos, locos, amantes… tan reales como su forma de hablar particular según sean los diálogos entre personajes, como dice ella “una esclava habla de una forma con su ama y de otra con los otros esclavos”. Cuando la conocí y me autografió el libro, le dije que le llevaba ese porque era el que más me había gustado y ella me respondió “¡ay, a mí también. No sé qué me pasó, estaba iluminada cuando lo escribí!”.

Luego leí la famosísima SAGA de la aún más famosa familia de ficción con muchos dejos reales de LOS OSORIO. Esta saga tiene cinco libros y en cada uno de ellos destaca una figura protagónica, aunque rodeada de personajes tan particulares como Doña Francisquita, Calandria y Farrell por ejemplo, COMO VIVIDO CIEN VECES (Luz Osorio), EN TIEMPOS DE LAURA OSORIO, LA TRAMA DEL PASADO (Ignacia Arias de Ulloa), TERRITORIO DE PENUMBRAS (Fernando Osorio), ESA LEJANA BARBARIE (con todos los personajes de la saga). De este último, que aún tiene la tinta fresca, fui un poco espectadora de lujo con comentarios de Cristina mientras lo escribía… recuerdo una vez que sus alumnas le preguntábamos que le había hecho a tal o cual personaje, ella respondió “ ya los acomodé a todos… los casé , los hice religiosos, los maté, los dejé viviendo en otro lado”.

También ha escrito cuentos y leyendas para niños y adolescentes, otras novelas, antologías, libros sobre cocina (le encanta cocinar y fui ferviente consumidora de su exquisita torta galesa). Entre estos destaco dos: ALGUIEN LLAMA A LA VENTANA – Antología del cuento gótico, es realmente una joya; es una elección cuidadosa y de mucho conocimiento de grandes obras, pero además Cristina ha elegido cada uno de los dibujos que finamente adornan el libro, ha hecho traducciones directas de algunas y en forma de cuento ha escrito sobre cada uno de los autores y cómo llegó esa publicación a formar parte de su exquisita preferencia.

POSTALES EN EL TIEMPO, es un libro para la mesita de luz; es refrescante, cálido, tan simple y tan profundo… es encontrarse con uno mismo en las pequeñas cosas de todos los días y de las que recordamos de cuando éramos chicos. Tengo una hermosa anécdota tan humilde y amorosa como el libro: luego de leerlo, compré otro para regalarle a mi hermana (es de esos que son posesivamente de uno… no se prestan) y se lo llevé a Cristina para que lo firmara, acarició suavemente la portada y me contó que las flores que la componen eran Taco de Reina y que le habían llevado un plantita justo ese día; yo le comenté que en mi casa de chica había y aunque trabajé en un vivero muchos años nunca la había encontrado a la venta, “cuando prenda bien la mía, te doy un gajito” comentó.


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