Sanación e imposición de manos
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Puede leerse como introducción Vueltas de timón
Cuando terminé de escribir mi libro y en el proceso de búsqueda de editorial, mi psicóloga me contactó con una persona muy especial e importante en mi vida… Ella había escrito tres libros y podía darme su experiencia. Mi psicóloga, que me conoce a mí y mis necesidades muy bien, aprovechó para enviarme a las manos de quien necesitaba…“además, impone las manos” me dijo como al pasar. Estaba muy inquieta por el libro, así es que no le presté mucha atención a ese último comentario, excepto por el hecho de imaginarme como sería físicamente la persona que conocería.
La llamé para entrevistarla y me dijo, “si, venite mañana”. ¿Mañana?... ¿No era que este tipo de personas están absolutamente colmadas de gente para ser ayudada y hay que hacer largas filas para acceder a ellas? …Primera sorpresa. Esperaba encontrarme con una mujer laica mayor, con pollera debajo de la rodilla negra y blusa blanca, de hablar pausado y ensimismada… al abrir la puerta apareció una mujer de mi edad, de muy buen cuerpo, con vaqueros y remera floreada, con una sonrisa enorme, vital, con una energía contagiosa… Segunda sorpresa. Y ya son tantas que no las enumero más.
En nuestra primera charla yo hice hincapié en la edición del libro y ella fue muy generosa contándome todos los pormenores y pasos que siguió para los suyos, me dio todos los datos, direcciones y teléfonos que tenía y fue tan así, que terminé editando el libro en la misma editorial que ella y fue un nuevo punto de conexión entre nosotras. Como al pasar, comenté algo como: “¿me dijeron que imponés las manos?, entonces me explicó su filosofía de vida, sus creencias y los resultados. Me pidió que me relajara y que me imaginara en positivo algo que quisiera solucionar (por ejemplo, si estoy enferma que me imaginara sana) y de pié me hizo la imposición de manos: apoyó sus manos en mi cabeza, en mi pecho y en la parte baja del estómago mientras con los ojos cerrados rezaba; fue solo un ratito, me emocioné y me sentí tranquila. Al finalizar le pregunté cuanto era el precio de la sesión y me dijo que ella no cobraba. ¡Sorpresa!… y van…. De todos modos ella tiene sus libros que hablan sobre todo lo que piensa, entonces le compré el primero más como agradecimiento a toda la atención que me había prestado. La lectura de ese primer libro fue el toque final para declararme curada del cáncer.
Luego de este hecho me volví a reunir algunas veces con la señora, ahora con mucha humildad y pidiéndole disculpas por no haber tomado en toda su magnitud la importancia de la primera visita. Siempre tenemos algo que resolver y ella me ayuda personalmente o con la lectura de sus libros. También le he comprado muchos libros, no como agradecimiento a ella sino para regalarlos a personas que estimo les pueden servir. Un caso fue para una conocida que estaba atravesando el cáncer con mucha depresión, le llevé el libro, la dirección y el teléfono de la señora esperando que tuviera la fuerza de voluntad de acerarse a ella. Cuando le pregunté si había ido esta conocida me dijo que si le había dado el libro no me preocupara,”… ya está en ablande” expresó.
Ella es una de las “universitarias auto-especializadas”: es Ingeniera Química y, tras un terrible hecho en su familia, buscó respuestas que su ciencia no le podía dar. Hizo muchos cursos de Metafísica, Inteligencia Emocional, el poder de la mente y se concentró en la comprensión de la Biblia. Buscó respuestas, leyó, preguntó hasta que se hizo evidente que esto era el comienzo de algo muy grande: fue confirmando que tenía un don y decidió compartirlo y ayudar.
Por supuesto que adoro a esta especial mujer y ella me aprecia mucho, hemos creado un lazo muy fuerte que, a pesar de vernos pocas veces, nos sentimos absolutamente conectadas.
El encuentro con ella me obligó a Declararme curada del cáncer.