La vida es un espejo. ¿Cómo soy yo conmigo?
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Sí, la vida es un espejo. Lo que nos rodea, íntegramente es un espejo: los elementos naturales, las personas que nos cruzamos, las que amamos, las circunstancias, las enfermedades, los eventos, nuestras reacciones…TODO.
Es porque venimos a este mundo a crecer, la mayoría de las veces a los golpes, tanto como a disfrutar de él; las cosas y seres que nos rodean nos ayudan de una forma particular: nos hacen sentir emociones que son las mismas con las que nos evaluamos a nosotros mismos. Es por eso que para que este gran e increíble espejo nos ayude debemos ser conscientes de lo que es y aprender a mirarlo. Dos tareas bastante más complicadas que un simple enunciado.
Así, para aprender a mirarlo, debemos considerar que si todo espejo nos refleja, lo que yo veo en lo que me rodea es un resplandor de mí mismo y ahí es donde tengo que aprender a descifrar lo que me dice. Si un lago sereno me da paz, demuestra la serenidad en mi interior en ese momento; en tanto que si la bravura de un mar encrespado me transporta, probablemente mi interior esté un poco convulsionado. Ninguno es bueno o malo, es solo el eco de mí ser interior.
Pero hay que ir un poquito más hondo. Lo que el espejo me enseña, es CÓMO SOY YO CONMIGO, no cómo actúo o me ven los otros. O sea, si a mí me molesta mucho una persona avara, no quiere decir que yo también tenga una necesidad imperiosa de acumular riquezas y no compartirlas; quiere decir que yo soy mezquina con lo que me doy a mí misma.
El ser consciente de la función del espejo se aprende con la práctica y con el “entrar en nuestro ser interior”. Si en cada cosa que me conmueve, para bien o para mal, reconozco que afecta a mi parte más privada y oculta, podré modificarme, mejorar y crecer. Entonces, empecemos a practicar: ¿Por qué me molesta tanto que mi vecina hable hasta por los codos? ¿Por qué nunca quise tener tratos con esa persona que parece tan deprimida? ¿Qué me moviliza de ver a los chicos jugando? ¿Por qué a mí no me afecta una persona que al resto le parece insoportable? ¿Por qué me martirizo yendo a lugares que no me gustan? ¿Por qué amo tan fervorosamente a los animales? ¿Por qué haría cualquier cosa para que mi opinión sea escuchada y valorada?...Uffff. ¿Sigo... O, ya encontraste TUS preguntas?
Este es un gran e infinito ejercicio de conocimiento interior; es posible hacerlo, cuesta encontrarse y entender pero aunque a veces duele, sorprende, o es incomprensible, el reconocerlo nos dará un gran aprendizaje, nos servirá de guía y nos dará tranquilidad de espíritu. Aquí va un ejemplo que me pasó hace poco:
Una vez, estábamos con un grupo de gente que recién nos conocíamos y charlando, una de las personas nos animó a que adivináramos de qué signo zodiacal era. Entre los participantes había algunos que sabían bastante sobre las características de cada signo, también gente sensible y perceptiva… ninguno pudo deducir de el signo; cuando me tocó el turno de opinar y no teniendo idea del zodiaco, el que dije fue el correcto y resulté la única que acerté. Lo sorprendente fue mi deducción para llegar a esa conclusión: la persona me había caído mal de entrada, no me gustaba su forma de expresarse, me pareció egoísta, creída, agrandada, imagen de sabelotodo… por lo tanto me dije “si me molesta tanto, debe ser porque es mi espejo, entonces debe ser de mi signo” y así era. Lo que luego y en soledad, me llevó a un análisis profundo de cada cosa que me molestó y qué había en mí de todo eso que había visto reflejado; aunque nadie que me conozca diría que soy egoísta, agrandada, sabelotodo, etcétera, esa es la forma que yo me trato y me veo a mí misma. La conclusión fue que debo ser más benevolente y quererme un poco más porque esas cualidades no demuestran mí forma de actuar ni mis deseos, demuestran mi dura forma de juzgarme.
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